Tus dedos [...] comienzan a abrir un surco muy delgado y buscan profundizar en esta superficie que no tiene límite. Y que además no puedes abarcar completamente con tu propio cuerpo extendido.
La línea que perforan tus dedos, vas direccionándola en una espiral hacia fuera.
Siempre con un despliegue del cuerpo mayor.
Al final del movimiento, al final de la superficie el surco se hace más grande y más profundo. Ya no sólo tus dedos, también tus brazos, tu pecho, tu cabeza….
Por Maria Clara
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